Acabo de terminar “¿Te acordás, hermano?”, de Joaquín Gutiérrez. Es un libro sobre intelectuales de mitades del siglo pasado. Un poco de bates que escriben poemas y cuentos, y se los leen unos a otros y andan buscando cómo cambiar el mundo a punta de escribir, y de pensar, y de ser joven.
Joaquín Gutiérrez sitúa este libro en Santiago de Chile, en la década de 1950. Su protagonista es un escritor costarricense que está ahí luchándola en una gran ciudad latinoamericana, unos pocos años después de que la Guerra del 48 terminara en Costa Rica.
Los personajes de este libro creen que algo grande viene. Y que ellos son parte. De verdad lo creen. Están tristitos, sí, p ero su tristeza los pone a mover el culo. A veces en círculos, pegando contra paredes, pero moviendo el culo siempre.
Tuvo que haber sido una época bien crazy la de esta gente. Después de la Segunda Guerra Mundial, con un mundo de supuesta paz por delante y de algunos triunfos de una izquierda que daba luces de esperanza. Pero también, con algunos triunfos de una derecha que daba luces de sangre.
Leer este libro me desató, otra vez, una locura por la intelectualidad. No puedo parar de querer ser Joaquín, y Yolanda, y Cortázar, y Bolaño, y Amighetti, y Allende, y Carmen. Volví a tener 18 años.
*
Para Anne Rice, la transmisión del conocimiento, recuerdos y dolores se hace a través de la sangre. Claro, porque los personajes de Anne Rice son vampiritos sensuales.
Un día de estos vi la nueva serie que sacaron basada en “Entrevista con el vampiro”. Está muy mala, no la vean, pero me quedé pensando si la intelectualidad se transmitirá también por la sangre.
A mí nunca me ha mordido un vampiro. Mis papás no son intelectuales. No sé si Joaquín me leyó algún poema en la casa de mis sueños.
*
Cuando le conté a Maíra, mi amiga historiadora, sobre mi obsesión con la intelectualidad, me presentó a Gramsci.
Antonio Gramsci, fue un pensador italiano, que pensó muchas cositas sobre filosofía, marxismo, política y sociedad. Murió en 1937. Eso quiere decir que estuvo vivo al mismo tiempo que Joaquín y mi abuelo olímpico.
Gramsci dice muchas cosas, pero una de ellas es que los intelectuales tienen un rol dentro de la estructura de la sociedad, y ese rol es inevitablemente político y sucede a través del ámbito de la cultura.
Una intelectualidad que bretea.
*
En Tik Tok me salió una muchacha con un video de 5 canales de YouTube que debes seguir si eres intelectual. Como yo quiero serlo, fui a seguirlos todos.
En uno de los canales, encuentro un video, “¿Cómo vivir una vida intelectual?”, donde entrevistan a una profesora universitaria que se llama Zena Hitz. La mae escribió un libro sobre la vida intelectual moderna y procedo a comprarlo en este instante.
*
Hay una foto que me hace mucha gracia. El pie dice que aparecen “Manuel García Valverde, Joaquín Gutiérrez, Guillermo Coto Conde, Luis de la Ossa, Juan Gené, Piquico Quesada, Mario Sancho y su esposa y Manuel Mora”.
Vamos a obviar por un momento el “Mario Sancho y su esposa” porque se me desvía el texto.
No sé quién es nadie, tengo que googlear a la mayoría. Lo que me importa de esta foto es que el caption dice Tertulia en casa de Carmen Lyra.
Las personas intelectuales tertulian. Y se toman fotos, porque saben que esas tertulias van a estar en libros en el futuro. Ellos saben, ellos lo sienten en el corazón.
Yo no siento nada, excepto envidia. De toda esa historia de la que no fui parte. De no tener una foto que se llame Tertulia en casa de Veritito donde todos mis amigos y yo nos veamos así de solemnes.
*
Le hice un checklist a Maíra. Que Santiago, que periodismo, que literatura, que arte, que enamorada en el Sur.
Pero Maíra me explica que no importa cuántos checks crea yo que cumplo, no puedo ser intelectual.
Lo que me quiere decir es que nuestro contexto no entiende la intelectualidad como lo entendió el contexto histórico de primera mitad del siglo pasado. Que hoy no podemos ser intelectuales porque no existe el uso de esa palabra así en nuestra cotidianeidad.
Que usar ese estúpido término de “trabajadores de la cultura” nos hizo eso: trabajadores. Que yo escribo este libro entre los ratos que le robo al trabajo que sí me permite comprar comida.
*
Mamá, no sé si quiero ser intelectual.
*
Ya terminé el libro de Zena Hitz. La idea central de ella es que una vida intelectual no tiene que estar necesariamente relacionada con “ser útil”. Que uno puede aprender porque le dio la puta gana aprender algo. Y ya.
Joaquín, Gramsci, mi abuelo olímpico, los amigos de la foto, Mario Sancho y su esposa vivieron un contexto en que la intelectualidad tenía un fin, y uno específico: el político. La transformación de una sociedad que estaba en transformación.
“Nuestra visión del amor por el aprendizaje está distorsionado por nuestras nociones de la utilidad económica y cívica”, dice Zena.
Aprender para ni picha. ¿Eso es ser intelectual?
*
He pasado mucho rato tratando de encontrar la intelectualidad que vive en mí. ¿Desde dónde me quiero ubicar? ¿Para qué putas estoy haciendo esto?
No sé, capaz que la intelectualidad es la curiosidad que me carcome la cabeza. Tal vez es esto de nunca quedarme quedita.
Tal vez ser intelectual son las conversaciones eternas.
El pensar cositas.
Tal vez ser intelectual son los amigos que hicimos en el camino.

Joaquín cierra la novela con la frase más devastadora y melancólica que jamás he leído.
Lo resume mejor que nadie: la intelectualidad no puede ver el futuro.
“¿Te acordás, hermano? En aquellos años no teníamos ni idea de que los tiempos realmente duros estaban por venir.”
Y, estamos de vuelta. Aquí inicia la segunda etapa de este proyecto, escrita a partir del momento en que empecé la investigación alrededor de la casa y sus personajes. Las aventuras continuarán, pero en esta etapa también van a leer más cosillas tipo ensayos y más de mi categoría favorita que es “Vero se fue de culo en un hueco de investigar cosas aparentemente no importantes”. ¡Suerte!
PD. La voz hermosa del final es de la famosa Maíra, mi amiga historiadora.
Seguí leyendo:
"...ser intelectual son las conversaciones eternas." o como dije aquella noche, es ser adulto en una silla debajo de una lámpara tomando vino, hablando de todo esto. Gracias Verito
Me apuntaría a Tertulia en casa de Veritito aunque yo no hable mucho jeje