10. mi abuelo olímpico (mecanismos para preservar la memoria)
11401: hipótesis sobre una casa
Leé primero:
mecanismos para preservar la memoria (mi abuelo olímpico)
En Una guía sobre el arte de perderse Rebecca Solnit recuerda un vestido boliviano que usó cuando era una niña. Años después encontró el vestido en la casa de su mamá y cuenta que en el momento en que lo vio el recuerdo desapareció. Lo sustituyó la existencia del vestido.
En esencia, Solnit dice que los recuerdos y la realidad no pueden convivir. Creamos unos mapas de ficción cuando recordamos y la realidad no calza en esos mapas. Es uno o el otro y hay que escoger.
Dice Rebecca:
“La mayoría (de recuerdos) se han ido volviendo más borrosos con el tiempo, y cada vez que pongo uno por escrito renuncio a él: deja de tener la vida misteriosa que tenía en la memoria y queda fijado en palabras; deja de ser mío; pierde el carácter cambiático y errático que tienen las cosas vivas”.
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Una de mis cosas favoritas de escribir es que ya alguien más dijo lo que yo quiero decir. No pretendo que sea de otra manera. Yo creo en el collage: buscar los recursos, ver cómo se combinan, crear a partir de eso.
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Antes de leer a Solnit ya venía pensando que mi propósito final -entrar a la casa- lo va a arruinar todo. Desde ya siento que cuando escribí lo que recuerdo de ella, algo modifiqué. Ya la cagué y ahora tengo que seguir.
No sé si en mi cabeza está tan claro cómo se veía la casa.
No sé cuánto estoy inventando.
Ahora todos tenemos que confiar en estos textos.
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Creo que me di cuenta que mi fracaso personal con el periodismo es que éste le brinda un carácter moral a la verdad, y aunque importante, eso es aburrido.
La verdad descarta a las pequeñas ficciones. No le da espacio a las gimnasias mentales, ni a los chismes, ni al delulu, ni a las leyendas ni a las mentiras que usamos cuando contamos anécdotas.
Mi abuelo tenía muchas medallas en su biblioteca. Me decía que las había ganado todas en las Olimpiadas. La disciplina cambiaba: a veces natación, a veces atletismo. En en el kinder, en la casa, yo le decía a las teachers y a mis compañeritos con orgullo que tenía un abuelo olímpico.
Mi abuelo trabajaba en el Comité de Deportes de San José. O en las piscinas de Plaza Víquez. Qué se yo. Las medallas de participación sobraban y él se las dejaba.
Escojan ustedes cuál párrafo es más interesante de leer.

Este va sin audio. Retomamos en la próxima. Ha sido una semana difícil. El mundo se está yendo a la mierda.
Sobre preservar el recuerdo: yo decidí no probar los Ghost de Tosty cuando los volvieron a sacar. Prefiero buscar ese mismo sabor en otras papitas. Unas vez fueron las Crash sabor quesoburguesa, ahora son las Zibas mostaza miel.
Un saludo al abuelo olímpico. Siga cerca o no (en todos los sentidos). Y otro a Rebeca Solnit, que desde que la leí se volvió mi obsesión, pero no he buscado más libros de ella quizás por lo mismo.