Leé primero:
Este jueves voy a hablar con Teacher Olga. Le acabo de mandar un enlace de Google Meet porque ella está en Bolivia.
Me siento rara. Han pasado unos 25 años desde la última vez que la vi. Sus fotos en Facebook no son muy claras entonces no sé si me voy a topar con una señora muy mayor. Ni siquiera recuerdo cómo sonaba la voz de la teacher. ¿Hablaba con acento ruso?
Me he esforzado en escribir muy bien en nuestros mensajes. Quiero que vea que a pesar de que nunca aprendí a hacer bodoquitos, salí más o menos bien.
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La cagué con la hora de la reunión. Dejé a Teacher Olga plantada una hora.
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Cuando nos conectamos me emocionó mucho ver la cara que recordaba. Cuando la escuché hablar, regresó a mí ese tono de voz que ya había sepultado. Las rrrrr’s marcadas de su acento ruso.
Teacher Olga está en Bolivia porque su esposo es de allá. Me contó que han tenido una vida de mucho movimiento. Moscú, La Paz, San José, La Paz otra vez, Moscú y Cochabamba.
Conoció a su esposo cuando estudiaba en la universidad, en Moscú. Ella estudiaba lingüística con énfasis en lenguas escandinavas, y él, periodismo. Era esa época en donde la Unión Soviética era hogar de muchísimos estudiantes latinoamericanos.
Aprendió español después de casarse e ir a vivir a Bolivia.
La crisis de los noventas, después de la disolución de la Unión Soviética, dejó sin trabajo a su esposo, que era periodista para una agencia de noticias rusa. Una amiga de ellos estaba en Costa Rica y, por eso, terminó en Moravia en 1994.
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En 1996 yo entré al kinder. Teacher Olga era estricta, muy estricta. Las dos recordamos eso entre risas.
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Le conté que había estudiado periodismo y que me especialicé en periodismo cultural. Que también soy escritora. Lo dije seria, sin reírme. Que por eso estaba escribiendo este libro.
Nada de lo anterior es realmente cierto. O más bien todo es cierto, pero las causalidades están mal conectadas. Lo cierto es que todo el tiempo me siento perdida y ando buscando un anclaje que le dé sentido a los fracasos de mi vida. Si no existe, lo invento.
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Teacher Olga me contó que Teacher Julia no era india americana. Era costarricense, hija de padres chinos de la cultura Macao. La recordamos con unas faldas largas y coloridas, y unas trenzas negras que le llegaban hasta la cintura.
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Five little monkeys jumping on the bed
One fell down and bumped his head
Mama called the doctor and the doctor said
No more monkeys jumping on the bed
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“A ustedes les encantaba La Nave. Yo no sé por qué, si era un cajón de madera con unos colchones gruesos”.
Allá va, otro recuerdo manchado.
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No puedo dejar de decirle teacher a la teacher.
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Teacher Olga realmente no me da ninguna información nueva de relevancia. Es lindo verla, pero esta pieza clave es más nostálgica que informativa. Solo me da una cosa, una sola: “tenés que hablar con doña Cecilia, ella creció en esa casa”.
Teacher Ceci, la dueña del kinder.
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Teacher Olga recuerda San José con cariño. Recuerda mucha gente que le ayudó a su familia. Nos recuerda a nosotros, a cada uno de sus pollitos, con nombre y apellido. Somos gente que hizo la migración más fácil, aunque no lo supiéramos.
¿Cómo habrá sido ser migrante en Costa Rica en los noventas?
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No me atreví a preguntarle por Joaquín. Perdón.
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Estaba la pájara pinta
sentadita en su verde sillón1
con el pico recoge la hoja
con la hoja recoge la flor
Ay, ay, ay
¿quién será mi amor?
Las letras de las canciones infantiles son como yo las recuerdo. Para mí la pájara pinta se sentaba en un verde sillón y no en un verde limón. Respeten.
La preciosa voz que escuchan es de mi amiga Amanda Rodríguez, por favor, escuchen sus discos. “Cobardía” es mi canción favorita. Qué bruta más talentosa.
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Cada vez que escucho estas entregas, siento que estoy escuchando una radio novela y no puedo esperar al siguiente episodio. Recibir la notificación de que ya estaba listo este el martes en la tarde y no el miércoles en la mañana fue una sorpresa lindísima. No puedo esperar a la próxima semana, y la otra, y la que sigue, y la que sigue...
Y yo sigo 😭😭😭😭😭😭😭